En el 2017 España abandonaba la lista de los diez mejores países en cuestiones de salud, retrocediendo hasta el puesto 23. Aunque la posición sigue siendo bastante óptima si tenemos en cuenta que dicha lista está compuesta por 188 miembros, lo cierto es que España parece suspender con respecto a años anteriores.
Este listado sobre los indicadores de salud de los países ha sido publicado en la revista The Lancet, basándose en los parámetros que Naciones Unidas, que marcó como objetivos de desarrollo a conseguir de cara al año 2030 y, en concreto, en 37 indicadores.
Aunque España ha sacado un total de 74 puntos sobre 100 en este análisis, lo cierto es que ha retrocedido la friolera de 16 posiciones en el listado general con respecto al año 2016, lo que supone un rápido e importante deterioro de los indicadores de salud para nuestro país.
El consumo de alcohol parece haber sido el peor indicador de salud, con una nota de 10 puntos sobre 100, lo que significa un completo y lamentable suspenso. Al alcohol le han seguido otros malos hábitos, como el consumo de tabaco, el exceso de consumo de grasas o el nivel de población con sobrepeso, sobre todo entre la población infantil. Todo ello significa un amplio retroceso en la búsqueda del cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible para el año 2030, a pesar de que el estudio (que prevé las puntuaciones de cada país para dicho año) indica que España podría ocupar para esa fecha el puesto 18 de la lista, observándose en dicho caso una leve mejora en los resultados con respecto a este año de 2017.
Este último ranking de salud mundial lo ha encabezado, en primer lugar, Singapur; y en segundo lugar, con un empate a 86 puntos sobre 100, Suecia e Islandia. Por el contrario, en los últimos lugares de la lista se han situado Somalia, Afganistán y la República Centroafricana, con un empate a 11 puntos. Unos últimos datos que demuestran el hecho de que existen grandes diferencias y desigualdades en cuestiones de salud a nivel mundial, y que la mayoría de ellas (por lo que respecta a los países más empobrecidos) serán insalvables de cara al próximo año 2030. Afortunadamente, el estudio también demuestra que muchos países con escasos recursos han ido experimentado ciertas mejorías en cuestiones de salud, como es el caso de Ruanda, Camboya o Laos.
España suspende en otros indicadores
A pesar de que el alcohol y el tabaco han predominado en la lista de los suspensos de España en materia de objetivos a cumplir según las Naciones Unidas, lo cierto es que ha suspendido en otros tantos (aunque con algo más de puntuación), como por ejemplo en la incidencia que sigue teniendo el VIH en nuestro país o en los abusos sexuales a menores. Datos, sin duda, alarmantes, que demuestran que aún queda un largo camino por recorrer antes del 2030. En el caso de los abusos sexuales a menores (medido entre la población de hombres y mujeres con edades comprendidas entre los 18 y 29 años que sufrieran dichos abusos antes de la mayoría de edad), España ha conseguido un total de 49 puntos sobre 100 y, aunque bien es cierto que este dato no podemos compararlo con los puntos del año anterior, ya que este medidor todavía no había sido incluido entonces, lo cierto es que denota un retraso con respecto a otros países al encontrarnos en mitad de la tabla.
Pero no todo han sido suspensos, y España ha conseguido bastante buena puntuación en factores como las muertes por catástrofes naturales, las condiciones sanitarias del agua, o el desarrollo de la población infantil.
El alcohol, la mayor preocupación
Según Margaret Chan, ex directora de la Organización Mundial de la Salud, es necesario en España un cambio de mentalidad para que se pueda avanzar verdaderamente en la lucha contra el consumo del alcohol, ya que al ser un país productor, suelen darse contradicciones entre los mensajes para prevenir su consumo y aquellos destinados a relacionar cierta moderación en el mismo con una dieta equilibrada y saludable.
Concienciarse y establecer políticas al respecto puede ser una cuestión fundamental para frenar, o al menos moderar su consumo, que se estima en los últimos años en casi un 80% de la población con edades comprendidas entre los 12 o 15 años y los 60 o 65. Y es que el consumo continuado de alcohol es algo serio que ya compromete a muchos jóvenes y adolescentes de nuestro país, causante de enfermedades tan destructivas como el cáncer o la cirrosis. Un panorama sanitario al que, sin duda, aún le queda mucho por mejorar.